martes, 31 de agosto de 2010

Esquina del Conde

DEL CONDE



Dos eran los condes de título nobiliario que vivían en la esquina de su nombre: Don Antonio Pacheco conde San Javier y Don Fernando Ignacio de Ascanio conde de La Granja.

El conde de San Javier, vivía desde el año

de 1732 y el conde de La Granja desde 1795. La casa de los Condes de La Granja estaba situada en el ángulo sureste de la actual Esquina del Conde y fue por muchos años propiedad de la familia Boulton. Don Fernando Ignacio de Ascanio, Conde de La Granja, asistió en unión de Manuel Marcano, ambos reconocidos realistas el año de 1814, al pueblo del Valle a entrevistarse con el terrible Boves, siendo fusilados en la calle en el sitio del rincón del Valle, por las tropas del temible guerrillero. Su cuerpo fue enterrado el día 10 de julio del mismo año en la Catedral de Caracas, con el hábito de La Merced.



Los cronistas dicen con justa razón que la "Esquina del Conde" debía llamarse en propiedad de "Los Condes", pues frente a la casa solariega del Conde de San Javier, estaba situada la del Conde de La Granja. Hacia el norte estuvo situada la casa de los Condes de Tovar, cuyo título les fuera concedido el año 1771.

La casa fue reconstruida en 1785, y hoy está transformada en Edificio de Correos. La casa del Conde de La Granja fue luego mansión de Oviedo y Baños, el autor de la primera "Historia de la Provincia de Venezuela". Luego fue destruida y en sus terrenos se construyó el "Pasaje del Capitolio", que toma su nombre del teatro del mismo nombre allí situado.

La del Conde de San Javier, propiedad de Don Antonio Pacheco antes de su total destrucción, estuvo en ella "La Imprenta Nacional", después "El Eco Venezolano" y por último "El Nuevo Diario", órgano de la dictadura gomecista.



En esa casona se instaló la Junta Suprema de Caracas, conservadora de los Derechos de Fernando VII, el 20 de abril de 1810; y

un año más tarde, -1.811- se congregaron en sus salones los Diputados del Primer Congreso de Venezuela.

Y esta es la "Esquina del Conde". Su historia queda relatada en las viviendas de la aristocracia criolla que obtuvo sus títulos nobiliarios, gracias a las numerosas haciendas que poseían, trabajadas por mano esclava.

Una memoria de Caracas



LA CALLE REAL DE CARACAS

Si existiera hoy la Calle Real de Caracas, ¿Cual sería esa vía? ¿ La Av., Bolívar, la Urdaneta, La Lecuna?
¿ Quizás ninguna de ellas tendría la autenticidad, la verdadera prosapia que le diera esta distinción de vía principal de la Capital. Recuérdense que los españoles, al fundar nuestras ciudades, definían, delimitaban los sitios donde deberían establecerse la Plaza Mayor, la Iglesia, el Mercado. En algunas ocasiones utilizaban la plaza mayor como mercado cuando éste tenía un carácter transitorio u ocasional. Igualmente se demarcaban las casas de los vecinos de mayor significación social o eclesiástica, y desde luego, se indicaba cuál sería la calle real de la Ciudad.

En Caracas la calle real arrancaba desde la esquina del Conde ( llamada asi en recuerdo a San Javier), atravesaba todo el centro de la Ciudad hacia el este, iba abriéndose paso por las esquinas de Conde, Principal, La Torre, Madrices, Marrón, Cují, Romualda, Manduca, Ferrenquín ,,, esto es, invadía parte de la Candelaria ( llamada asi en honor a la virgen de La Candelaria) hasta concluir en la estación de ferrocarril.

La esquina de La Torre y sus alrededores constituían el verdadero centro comercial de Caracas de los años 40 y 50, cuando la Ciudad comenzó la apertura hacía el Este. Allí encontrábamos, de Madrices a Marrón el restaurante Mesa; de Torre a Madrices, la tienda la Mano de Oro, de Elías J. Rafael; La camisa del Frac, de Torre a Veroes; el bar la Democrática, de los famosos hermanos Curiel, en donde por cierto, se guardaban los instrumentos musicales de los Cañoneros y los vente tú; la tienda la Surtidora y la Estrella de España; en la esquina de San Jacinto, el Pasaje Ramella; las tiendas el Gallo de Oro, y la Linda, de Farsen Ramia.

De Marrón a Cují estaba el Colegio Sucre, y también la Lotería de Caracas, en una casa grande que perteneció a Eustoquio Gómez, primo del General Juan Vicente Gómez, muerto a balazos en la sede de la Gobernación de Caracas.

Alrededor de la Plaza Bolívar existían también negocios importantes. Por ejemplo, entre Gradillas y Sociedad se fundó el más grande establecimiento comercial de la capital, El Pan Grande, instalado en un edificio de dos pisos, ambos llenos de mercancía de la más diversas especies. Era el sitio obligado para los comerciantes del interior que allí venían a abastecerse de mercancías y también para los vendedores del exterior interesados en introducir en el País sus productos.

En la Esquina de San Jacinto estaba la muy famosa Casa Bustillos que innovó el sistema de cupones, los cuales le eran obsequiados al cliente por cada compra y una vez que llenaran la “cuponera” se le obsequiaba una vajilla de cierta calidad.

Esto , a muy grandes rasgos, fue la calle real de Caracas en aquellos tiempos, recordaba por cierto a la compositora caraqueña Conny Méndez

“ Yo soy Venezolana,

del eje de mi tierra,

de la mera capital,

y no pudiendo en Catedral,

Yo nací en la esquina El Conde

en la Propia Calle Real”.

Fuente: CARACAS DEL RECUERDO A LA NOSTALGIA PAG 31

DE JUAN J VERDE M


sábado, 28 de agosto de 2010

El ferry caraqueño de 1874

1874. " ...
"Caracas, cuando el Ministro norteamericano y sus familiares la vieron por primera vez, tenía estrechas calles empedradas. A raíz de una fuerte lluvia, torrentes de aguas fangosas se arremolinaban en algunas de estas vías, pues la ciudad estaba situada de través entre la cima de los montes que la separan del mar y el río Guire. En tales ocasiones, enérgicos miembros de las clases bajas dejaban sus alpargatas, se enrillaban los pantalones por encima de la rodilla y ofrecían sus servicios como ferries humanos para llevar a ciudadanos y a ciudadanas de una acera a otra. El costo de este sistema de transporte era de unos pocos centavos.
Muchos transeúntes utilizaban este improvisado servicio de ferry. De no hacerlo asi, la única alternativa era quitarse los zapatos y las medias o calcetines para sumergirse en el arroyo amarillento, expediente al cual desde luego no podían recurrir las señoras de esta pequeña y formalista comunidad española, los peatones sin embargo podían aguardar, ya que estas súbitas inundaciones no duraban mucho. Pocos minutos después, reaparecía el sol y las calles se secaban, terminando la ocupación de los transportitas..."



Fuente:  "Un Joven Caraqueño" pag 11. Publicado por 1era vez en ingles en 1941 bajo el título de Young man of Caracas  y traducido al español en 1969 por la Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Caracas. Escrito por el hijo del General Alejandro Ybarra, Thoman R Ybarra .

martes, 24 de agosto de 2010

Aquiles Nazoa ...Caraqueño hasta la muerte...


Rafael Domínguez Sisco (1976), presentando el mencionado libro sobre el museo de Raúl Santana, en su condición de Presidente del Concejo Municipal de Caracas, expresa:


Aquiles Nazoa, caraqueño y poeta hasta la muerte: talento, sensibilidad, corazón y voluntad siempre al servicio de la ciudad que lo vio nacer. Con su extraordinaria capacidad para dignificar y engrandecer "las cosas más sencillas", hasta convertirlas en materia de poesía, Aquiles Nazoa describe - tal vez descubre - el espíritu antiguo de Caracas, Inédito para las generaciones actuales. Se trata de escenas populares, personajes de campanillas, tipos de la calle, costumbres, ritos, etc., que hace sesenta o más años le dieron vida tono y acento a la pequeña ciudad de ciento cincuenta mil habitantes, ya desaparecida, y que poco o nada tiene que ver con esta moderna Caracas tan rica, tal vez opulenta, pero tan pobre de espíritu, y dueña de la más grande y poderosa de nuestras industrias: la fabricación de locos, neuróticos y delincuentes "... (Domínguez 1976).

Evocación, Realidad y Sueño de Caracas. Proyecto y esperanza de mejores tiempos.

Aquiles Nazoa es un escritor seducido por su ciudad. Por su comportamiento típico de los caraqueños de su época, puede considerársele genuino representante de la caraqueñidad y el caraqueñísimo. Según esta primera cualidad, su escritura condensa la ironía con la guasa, especie de humor que utiliza en la crítica. Se ha llamado caraqueñísimo, una característica de los habitantes de la capital, que consiste en considerar a Caracas único asiento de la civilización, el modernismo y el progreso.

La memoria de Caracas es hecha de muchas memorias que le permiten a Nazoa recordar e imaginar su ciudad. Caracas cambia, se transforma con el curso de los años, no es ni debe ser siempre la misma: Una, es la que ha llegado a ser con su violencia y destrucción, otra la que evoca con la nostalgia de lo que fue, cuyo pasado quedo inscrito en sus calles, y lugares.

La Caracas del imaginario de Nazoa, es una ciudad especial donde abundan líricas descripciones del paisaje urbano, de hechos y personajes. Describe una ciudad idealizada, donde entra en contacto directo con hechos nimios de la vida cotidiana de su gente. En su libro Las Cosas más Sencillas (1972), acepta abiertamente que la Caracas que evoca y que "es más humana y más grata que la de sus hijos, tal vez sólo exista en la imaginación". Nazoa reitera que solía confundir su gran memoria de niño con su imaginación y en muchas de sus conferencias agregaba la frase "eso pudo haber sido verdad".

Para Nazoa, Caracas parece estar en el pasado, afirma Beroes, (1977) "...evocación pura, que consiste en no ver las cosas directamente, como son en la realidad, sino en evocarlas con la imaginación, convertidas en recuerdos".

Si bien Nazoa habita en otra ciudad, que ciertamente puede estar situada en el pasado, lo hace bajo el convencimiento de encontrar allí una señal que le sirva de guía en el futuro.

Años después de su muerte algunas de sus ensoñaciones y realidades han sido convertidas y desarrolladas en propuestas por algunos escritores como Arturo Almandoz, Oscar Yánez y Niño Araque quienes lo han hecho a través de ensayos y crónicas periodísticas. Esta afirmación conduce a una interrogante: ¿qué se propuso Nazoa, al escribir sobre la ciudad?. Múltiples respuestas irán surgiendo de la lectura de sus obras, sin embargo en la introducción a Caracas Física y Espiritual, se adelanta en dar una primera respuesta:

He aquí que me senté a escribir un libro sobre Caracas y lo que me salió fue un kaleidoscopio. No por el estilo, sino por los temas, mi libro a lo largo de su lectura irá dejando en el alma del lector un reguero de cositas pequeñas y coloridas... desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora y el olvido... " (Nazoa 1967).

En su literatura, Nazoa intenta rescatar para el futuro la imagen de una ciudad que está en perenne transformación a riesgo de perder su identidad y de transformar sus valores. Deja constancia de una ciudad que desaparece como tal, para convertirse en una metrópolis babélica, dura y agresiva.

Cabrujas (1988) señala que gracias a una actitud demoledora la ciudad pierde su memoria:

Siempre he pensado que Caracas es una ciudad en la que no puede existir ningún recuerdo. Es una ciudad en permanente demolición que conspira contra cualquier memoria; ese es su goce, su espectáculo, su principal característica. En algún momento de mi vida me he horrorizado ante esa situación; hoy no. Hoy pienso que es una legitimidad, y así como hay pueblos que construyen hay otros que destruyen. (Cabrujas, 1988).

La nostalgia por una ciudad y un modo de vida que ya no existe, está presente en toda la literatura de Aquiles Nazoa, a pesar de que en muchos párrafos de Caracas Física y Espiritual, pretende defenderse de ser un "nostalgioso". Aún en los escritos donde más vehementemente retrata la realidad de la ciudad, se siente la nostalgia por un pasado no muy lejano.

Nazoa cumple con resaltar y denunciar abiertamente las transformaciones violentas que Caracas sufre con la obra de cada gobierno que desea cambiar la cara de la ciudad según su política y gusto personal.

En Caracas Física y Espiritual, realiza un recuento histórico de lo que denomina "feísmo estético" que considera como una "enfermedad hereditaria" de los gobiernos, especialmente de los militares. Reconoce la realidad de su Caracas y denuncia con verdadera pasión el proceso de destrucción de la misma. Considera que este proceso es causa y consecuencia, del perjuicio que es capaz de causar el dinero cuando pretende reemplazar la Cultura. Para precisar su afirmación, señala dos formas perniciosas de la riqueza que lleva a convertir la capital en "una de las ciudades más desagradables del continente": una es, la estrechez de una clase media urbana casi iletrada enriquecida por la usura, el juego de caballos o la importación de baratijas y la otra el aldeanismo de algunos propietarios que llegan a la capital en busca de negocios productivos, aldeanismo que también llevan muchos gobernantes que quieren imponer a la capital "cualquier adefesio que hubieran soñado para la Plaza Bolívar de su pueblo".

Por su condición de poeta Nazoa pretende poetizar la ciudad. Caracas que es una realidad, no es en sí poética. Jorge Luis Borges, afirma que las cosas no son intrínsecamente poéticas, que para ascenderlas a poesía necesitan ser vinculadas al vivir de la gente "que nos acostumbremos a pensarlas con devoción. Las estrellas son poéticas, porque generaciones de ojos humanos las han mirado y han ido poniendo tiempo en su eternidad y ser en su estar... (Borges, citado por Vicente,1999)

Caracas es un tema, una realidad que debe ser poetizada. Nazoa comprende esta necesidad y se muestra como un poeta nostálgico y memorioso. Ve la realidad del presente como quien se asoma al espectáculo de la ciudad con incomodidad y dolor pero que siempre deja ver en el fondo un especial optimismo melancólico, porque él, esta seducido por su ciudad y se propone fomentar en otras personas el amor a Caracas.

En ningún momento pretende ser el único enamorado de su ciudad, en Caracas Física y Espiritual, busca frases y figuras que apoyen su ideario. Así comienza con una frase del Libertador:

...mi derecha estará en las bocas del Orinoco, y mi izquierda llegará hasta las márgenes del río de la Plata, mil leguas alcanzarán mis brazos, pero mi corazón se hallará siempre en Caracas. Simón Bolívar.

Esta devoción de Aquiles Nazoa a su ciudad deriva no sólo por haber nacido en allí sino principalmente por haber establecido con ella una estrecha relación vivencial, con un desarrollado sentido de pertenencia de la ciudad. En todos sus textos se encuentra este sentido de posesión urbana. Esto implica a su vez, que existe una barrera entre un interior propio y un exterior ajeno. Caracas, ese interior propio denota en su escritura, que es un ente superior al exterior ajeno. De allí se puede concluir que el escritor considera que la capital es la fuente de la civilización, la ciudad que da la pauta sobre los usos y costumbres del país.

En su descripción de Caracas, el autor va vinculando la realidad con la poesía, poniendo tiempo y espacio en su imaginario. En Nazoa, "el tiempo es lento, casi moroso. Discurre con serenidad y parsimonia. Es el tiempo propio del recuerdo", dice Pedro Beroes (1977), al referirse a la evocación de los recuerdos de la niñez y la pequeña historia del barrio y de él mismo. En su descripción de los cementerios Nazoa funde el tiempo y el espacio.

Sin pretender ser un texto de historia, Caracas Física y Espiritual, va señalando los tiempos de la ciudad, no en forma cronológica sino en función a la narración de episodios concretos que tienen una significación especial en cada uno de los momentos de Caracas y que por tanto dan cuenta del carácter de la ciudad y sus gentes.

Evocación y realidad también se juntan cuando el autor habla de Caracas en Venezuela Suya. Surge la necesidad de mostrar la ciudad tanto a los turistas a quienes está destinada la obra, como a sus propios habitantes. En la forma que hila su relato, se infiere que intenta presentar a los caraqueños una ciudad real pero destacando su parte más hermosa, con el fin de que éstos se apropien y se identifiquen con ella, para lo cual hace resaltar la hospitalidad y la belleza de su gente y sus sitios.

Existe en el imaginario de Nazoa, una historia narrada a través de grandes contrastes: se puede observar al lado de la apología de héroes, la presencia de personajes comunes y junto al relato de acciones heroicas aparecen las vivencias de la vida cotidiana. Igual que describe las hazañas de los héroes de la historia, Nazoa contempla y alaba personajes comunes que poblaron Caracas, como son el amolador de cuchillos, el pandehornero y el vendedor de pavos.

Penetrar la intimidad de la ciudad a través de estos relatos permite darle realidad a la ciudad. Lejos de abstracciones, estas pequeñas realidades conducen al encuentro de otros símbolos. Es un nuevo mundo de relaciones que son punto de partida y punto de convergencia de ideales.

Cada escritor, al apropiarse del espacio de una ciudad, tiene dentro de esta, otro espacio que resalta con especialidad. Tal como Jorge Luis Borges en su Fervor de Buenos Aires, toma como espacio el arrabal, el espacio resaltado en la Caracas de Aquiles Nazoa, es el centro de la ciudad con sus teatros, plazas, río, y esquinas donde se conjuga la vida caraqueña y donde han ocurrido los hechos de la historia. En el centro se construye y se destruye la caraqueñidad. También en el centro de Caracas desfilan los personajes populares y en él se inicia la modernización con la construcción de El Silencio. A la vez, como símbolo de la destrucción de la tradición arquitectónica, señala con dolor la caída del Hotel Majestic, para construir el Centro Simón Bolívar. Esta demolición que se realizó con gigantescas mandarrias en forma de bolas, fue presenciada por millares de caraqueños que se arremolinaban en los alrededores. Igualmente, Nazoa eleva su voz de protesta ante el derrumbe de la casa de Francisco de Miranda y la división de la ciudad con la Avenida Bolívar, construida para el paso veloz de los vehículos, a la vez que impide que el peatón pueda atravesarla con facilidad y comunicarse con quienes hasta entonces habían sido vecinos del mismo barrio, rompiendo así un ritmo de vida.

En una exploración pausada del espacio urbano, se detiene a detallar las casas que sufren también el rigor del tiempo. En una hermosa imagen de evocación y realidad reflexiona como las casas, al igual que la gente se desfiguran con el tiempo "elegantes salas donde sonaron líricos pianos han pasado a ser ventas de repuestos o depósitos de pescado salado".

El tratamiento del espacio urbano en Nazoa, va más allá de la descripción de la memoria física que va a servir de escenario para dar vida a personajes. La representación de estos espacios, planimétricamente, se realiza por escalas.

En Caracas Física y Espiritual, Nazoa utiliza su escala menor en la Caracas que recorre el Guaire de oeste a este, con el Ávila marcando el norte separando la ciudad del mar y ubicando la entrada de ella, al Sur el Valle.

En Venezuela Suya, utiliza lo que podría llamarse una escala intermedia: Caracas aparece relacionada con un espacio mayor, que es el país entero.

Para la obra Raúl Santana con un Pueblo en el Bolsillo, el autor se vale de una escala mayor a la de todos sus escritos sobre Caracas. La ciudad aparece retenida en el tiempo y espacio de Raúl Santana, fabricante de figuras en miniatura, símbolos ¡cónicos de la época en la cual vivió este autor. Las figuras del museo Santana se refieren a la Caracas sencilla que existe en una época que ya no tiene el esplendor guzmancista y que aún no ha entrado a la modernidad. Nazoa que vivió en esa Caracas, es la voz más autorizada para cantarla y describirla.

Esta obra es un palimpsesto literario de un documento hecho a mano, materializado en pequeñas figuras de barro por el artista Raúl Santana y que bajo la denominación de "Museo Criollo" se conserva en el Concejo Municipal de Caracas. Este museo es un escenario que sirve a Nazoa de coartada para hilar pequeños relatos donde cobran vida los personajes, el habla, la arquitectura y cierta atmósfera citadina que aquí se transforma en un conjunto de estampas de Caracas.

La ciudad que quedo plasmada en esa representación de Santana, como un conjunto de seres que van en retroceso, es decir en el en ves de la creación. Es como si los habitantes de la ciudad después de haber sido de carne y hueso, de músculo andante y alma llena de pasiones, se transformaran en figuritas de barro. El vendedor de lotería, el frutero, el chichero, el fotógrafo y todos los pregoneros de Caracas se han marchado por la puerta trasera, toman la ruta del éxodo diciéndole adiós a la Caracas del recuerdo, justo en la mitad del siglo XX.

El cronista de Caracas, Enrique Bernardo Núñez, a finales de la década de los cuarenta, observó que la ciudad ya se encontraba en la ruta de un gran escape, la deserción campesina era alarmante y la capital se llenaba de ellos y de la gente de post-guerra venidas de Europa, "esta humanidad trae consigo su propia arquitectura", otros modos de pensar y de vivir. Advirtió sobre los cambios violentos de la ciudad y predijo las consecuencias que traerían. Con todo, se atrevió a pronosticar:

... "mañana tal vez, algún escritor se cuente entre sus descendientes. Sentado cerca de su ventana contemplará la noche serena, las estrellas errantes. La brisa esparcirá en torno suyo el secreto de las cosas de las generaciones desaparecidas. Y movido por la ternura del cielo, por el amor a la ciudad que ha visto desde niño, acaso escriba un bello libro". (Núñez 1947).

Veinte años más tarde, cumplidos sus temores y desaparecida la ciudad de los techos rojos, Aquiles Nazoa hizo realidad su más caro deseo al escribir Caracas Física y Espiritual. En esta obra y en las otras dos que se han analizado para este estudio Venezuela Suya y Raúl Santana con un pueblo en el Bolsillo, está la Caracas del imaginario de Caracas en su triple condición de evocación, realidad y sueño.

Al hablar de Caracas la escritura de Nazoa compromete a fijar posiciones, a meditar y asumir una actitud crítica, aún en aquellas piezas cuyo contenido es puramente anecdótico. En su prosa como en su verso pone de manifiesto un excepcional dominio del idioma.

En 19781a Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela inicia la publicación de sus obras completas, bajo la dirección del Dr. Elio Gómez Grillo. Ese mismo año se inicia el trabajo con la impresión de la obra de Teatro. Continúa con Papeles Líricos, poesía de 1942 a 1976 y del cual se han realizado cerca de veinte reimpresiones, sigue con dos tomos de Prosa. En 1983 se paralizó el proyecto y han continuado las reimpresiones de estos textos.

A partir de 1990 la Fundación Ekaré del Banco del Libro ha publicado varios de sus textos, como obras dedicadas a los niños, Nazoa en multitud de ocasiones declaró que no creía en la literatura infantil, "los escritores subestiman al niño al escribir para ellos en una forma diferente. La poesía es una sola y la sienten y disfrutan niños y viejos por igual"

Al momento de su muerte el poeta se encontraba escribiendo simultáneamente tres libros: Navegantes de Colores; libro dedicado a los papagayo con hermosas ilustraciones de estos, realizados por los grandes maestros de la pintura venezolana contemporánea; Genial e Ingenioso -La Obra Literaria y Gráfica del Gran Artista Caraqueño Leoncio Martínez; con abundantes ilustraciones y comentarios, y una recopilación de poesía lírica, con el título Amigos Jardines y Recuerdos. Estos libros fueron concluidos por sus amigos más cercanos que conocían gran parte de los trabajos que se incluirían en cada una de ellas. Igualmente estas personas, tuvieron la tarea de ensamblar tres versiones de la obra teatral El Espantapájaros que recogieron del pequeño Volkswagen donde tuvo el fatal accidente aquel 25 de abril de 1976.

La muerte de Aquiles Nazoa puso de manifiesto el sentido esperpéntico de los venezolanos. Se decreto duelo oficial durante tres días. Se le condecoró postmortem por el Presidente de la República. Algunos ministros lo llevaron en hombros por la Plaza Bolívar. Su cadáver anduvo de la Ceca a la Meca: de la Funeraria Vallés al Concejo Municipal; del Concejo a la Plaza Bolívar, de la Plaza Bolívar a la Universidad Central y, finalmente, al Cementerio General del Sur. ¿Alguien pensó en la voluntad de Aquiles Nazoa ante tanta faramallería? (Beroes 76).

lunes, 16 de agosto de 2010

Caracas, la sucursal del blog

EL NACIONAL - Domingo 15 de Agosto de 2010 Caracas/2

Caracas

HISTORIAS Sobrevivientes de la urbe capitalina cuentan sus experiencias
Caracas, la sucursal del blog
Cronistas tecnológicos relatan cómo se valen de la red para interpretar y compartir su ciudad
ANDREA SMALL CARMONA
asmall@el-nacional.com

Para algunos blogueros, Caracas es el hogar de sus alegrías y desencuentros, amores y desamores. Aunque no se conozcan entre sí, comparten la pasión de retratar digitalmente sus impresiones sobre una metrópoli que es tan histérica como bella y que no ofrece tregua alguna a moradores ni a visitantes.

País para exportar. En 2002, Francisco Toro comenzó a escribir el blog Caracas Chronicles, en inglés. "Estudié ciencias políticas en Estados Unidos y en esa época de golpes y paros, mis amigos gringos siempre me pedían que les explicara qué estaba pasando en Venezuela. Por eso está en inglés", explica Toro, que reside en Montreal, Canadá, desde 2003.

Juan Cristóbal Nagel, economista de 39 años de edad, se unió al equipo en 2006 y ahora entre los dos escriben el blog.

"A veces se complica porque yo vivo en Estados Unidos y él en Canadá. Sin embargo, hacemos que funcione", comenta Nagel.

Los blogueros aseguran que todos los días reciben correos electrónicos y comentarios de usuarios de todas partes, aunque los más sentidos son de los venezolanos que viven en el exterior llenos de nostalgia.

Para ellos, Caracas Chronicles se convirtió en una forma de ofrecer una visión venezolana más allá de las noticias locales. "El nombre refiere al centro del poder político del país, aunque en realidad no nos limitamos a la ciudad", indica Toro, que dice que extraña la capital, "pero de lejitos".

"A Caracas uno sólo la puede añorar a distancia. Cuando voy, la nostalgia se me pasa más o menos a la altura del Boquerón. Ya llegando a Catia me vuelvo a reencontrar con la paranoia cotidiana de la vida allá", subraya.

Nagel, oriundo de Maracaibo, dice que siempre vio a Caracas con ojos de foráneo. "Caracas es la ciudad de mi adolescencia, donde estudié en la universidad. Caracas engloba toda la locura que significa ser venezolano".

Él sueña con una ciudad mucho más humana, "donde una madre no tenga que ir a las 2 de la mañana a la morgue a recoger a su hijo muerto. Una ciudad donde todo ser humano sea tratado con dignidad".

Con nombre de canción. Durante cuatro años, Mirelis Morales Tovar ejerció como periodista y cubrió la fuente de ciudad.
"Eso te despierta la sensibilidad. Muchas veces el papel del periódico no es suficiente para expresar todo lo que quieres decir de esta urbe".

Así nació, en septiembre del año pasado, el blog "Caracas Ciudad de la Furia", que acumula más de 15.000 visitas. El nombre se lo acredita a la famosa canción de Gustavo Cerati. "Siempre he visto así a Caracas: la ciudad de la furia. La ciudad del caos, de lo impredecible, de la angustia, del tráfico y de la violencia. Pero aunque Caracas sea furiosa, también es encantadora", asegura.

Para ella, el blog es un espacio para mostrar la ciudad en todas sus dimensiones, tanto lo bueno como lo malo, e incluso, lo regular. Sobre todo, su página hace hincapié en mostrar el lado amable de la urbe y motivar a los propios caraqueños a que la quieran más.

Cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de Caracas, contesta que su nobleza: "A pesar del maltrato de los caraqueños, ella muestra siempre su mejor cara, su mejor atardecer, su cielo despejado, su clima, su Ávila verde, la sonrisa de su gente. Lo que menos me gusta es la violencia, el miedo y la desconfianza que se respira desde hace un tiempo, amén de la indiferencia".

El pasado 25 de junio, el Colegio Nacional de Periodistas le otorgó al blog "Caracas Ciudad de la Furia" el Premio Arturo Uslar Pietri a la Comunicación Social 2010 como mejor página web, por el que Morales Tovar compitió con reconocidos periodistas venezolanos.

"¡Gracias, mil gracias! ¡Es un gran compromiso!", escribió emocionada en una sección del sitio.

Asegura que para tener una mejor ciudad, el cambio debe comenzar en su gente. "Sueño con ciudadanos comprometidos y con gobernantes responsables. Lo demás, transporte público, parques, vías, servicios públicos, vendrá por mera consecuencia".

El Metro como materia prima. Observar con detenimiento puede hacer una gran diferencia entre vivir y experimentar a fondo la ciudad. "Lo más loco que me ha pasado en Caracas fue ver a dos señoras a las 6:00 am cayéndose a golpes en la estación del Metro de Petare por un puesto", cuenta todavía asombrada Mariana Mata Liendo, creadora del blog "Caracas a las 6".

La idea de tener un blog le nació de una obsesión. "Hay un semáforo dañado en la avenida Sanz de El Marqués, frente al Unicentro. Quería hacer un texto de denuncia para hablar de ese detalle que para mí hace la diferencia de cada día: no tener el derecho a cruzar la calle tranquila, esperar a que algún carro se quiera detener a darte paso y el semáforo titilando en rojo, gastando electricidad, inservible y en coma", relató.

El nombre se lo puso por un cuento que escribió mientras participaba en el taller de narrativa de la editorial Monteávila, en 2009. "La ciudad empezó a ser protagonista de casi todas las historias que escribí durante ese tiempo. Uno de mis cuentos, Caracas a las 6, me pareció muy apropiado para lo que yo quería expresar, que eran las historias que me ocurrían en esta ciudad de amor-odio".

Entre anécdotas confiesa que Caracas es la ciudad de sus amores, en parte porque ha aprendido a aceptar sus defectos y ha hurgado lo suficiente para apreciar sus virtudes. De sus habitantes, los caraqueños, tiene una visión bien definida: "Creo que somos más frenéticos y estresados, más individualistas. En general creo que la gente de la provincia disfruta más la vida que nosotros".

Su tema favorito es el Metro de Caracas. "Ahí hay músicos de toda clase, mendigos, magos, gente amable y gente molesta con la vida que la paga con los demás. Polarización y adolescentes ruidosos. Es un caldo de cultivo de pequeñas historias diarias que encuentro fascinante".



viernes, 13 de agosto de 2010

El Hotel Miramar en Macuto


Hotel Miramar
Viejas Fotos Actuales

Inaugurado en 1928 con gran pompa, el hotel litoralense resumió el lujo, confort y refinamiento moderno de la época. Hoy está abandonado y el pueblo de Vargas reclama su recuperación El hotel Miramar fue uno de los más elegantes del país

La inauguración del hotel Miramar, ubicado en Macuto, constituyó un acontecimiento de trascendencia nacional, pues sus características de alto lujo lo igualaban a los más calificados de Europa y Norteamérica.

'Venezuela cuenta hoy con un hotel de lujo _nos dice la crónica de la época_ el primero en la materia y el que abre caminos de franca enseñanza a todos los instalados en el resto del país. En lo referente al concepto clásico del confort moderno, el Miramar es algo extraordinario. En el Miramar nada falta: solidez del edificio, arquitectura inolvidable por sus exquisitas formas y medidas, mobiliario en parangón con los últimos casinos ultramarinos, billares', como el faut 'mezquitas de gran belleza con salones exclusivos al afeite y servicio de secretaire de damas, piscinas, campo de tenis, cocina a cargo de los campeones del cordonblue, frigoríficos, cavas, servicio telefónico, en 80 dormitorios con igual número de baños adyacentes'.

La entrada conduce a un gran patio de honor, donde estaba ubicado el hall de acceso al ascensor y a la gerencia de información, seguido de un bar tallado en caoba y jaspe y los comedores de gala entre los cuales había uno con capacidad para 400 personas.

Además de ello, tenía agua corriente a borbotones, vajillas de plata 'cristalería de las más renombradas marcas' todas grabadas con el nombre del hotel.

El Miramar, _continúa la crónica_ museo de comodidades, trae a los venezolanos, cuyos medios de fortuna impide gozar de esparcimientos elegantes en las playas europeas, las exquisiteces de tal establecimiento

Acto inaugural

El hotel fue inaugurado fastuosamente el día domingo 1 de abril del año 1928. El general Gómez no asistió a la inauguración porque se rumoraba que había una conspiración para matarlo. Representaron al Benemérito, el doctor Pedro M. Arcaya, ministro de Relaciones Interiores, doctor C. Jiménez Rebolledo, ministro de Guerra y Marina, doctor José Gil Fortoul, señores L. Vallenilla Lanz, director del Nuevo Diario; Efraín González, administrador de la Aduana, J.M. Herrera, coronel Roberto Ramírez, doctor Alejandro Chataing y muchas otras personalidades, quienes en el mismo acto enviaron un mensaje al general Gómez que decía así:

Macuto 1o de abril de 1928
Señor General Juan V. Gómez
Maracay:

'Estamos inaugurando el 'Hotel Miramar' y su nombre y su recuerdo nos acompaña en este acto de afectivo progreso digno de usted, somos intérpretes del entusiasmo unánime conque esta numerosa concurrencia celebra esta nueva demostración del constante esfuerzo de usted para engrandecer a la patria'.

El general Gómez contestó el mensaje en la forma siguiente:

'Recibido: Me es muy grato saber que el acto inaugurativo del 'Hotel Miramar' fue prestigiado por la presencia de ustedes. Les agradezco íntimamente los recuerdos que tuvieron para mí en tan feliz ocasión'.

Amigo de ustedes, J.V. Gómez.

Con puerta franca

El acto se realizó en el suntuoso hall del hotel, llevando la palabra el director administrativo del establecimiento, señor Siebenthad, quien dijo lo siguiente:

'Señores: En nombre del propietario del Hotel y del mío propio, declaro abierto al servicio del público el 'Hotel Miramar'. Se ha hecho un gran esfuerzo para inaugurarlo en el día de hoy, aunque no estemos todavía preparados para ofrecer un servicio perfecto, pero conociendo la hidalguía de esta sociedad venezolana, estoy seguro que sabrán ser indulgentes y excusar cualquier deficiencia'.

El entusiasmo se desbordó cuando el señor Siebenthad alzó la copa de champaña para brindar por el Benemérito general Juan Vicente Gómez, presidente de la República y dueño del hotel.

Durante todo el domingo estuvo el hotel visitado por un público asombrado de tanto confort y lujo, siendo acompañado el acto por los acordes de una magnífica orquesta. En horas del mediodía, fue servido un exquisito menú y 'la triunfal belleza de nuestras mujeres, que jubilosas descendieron por los salones y jardines, era una perfumada florescencia'.

Fue tanta la conmoción, que en los días posteriores hubo que dar puerta franca para que el público entrara a admirar sus instalaciones, 'quedándose boquiabierto', con la belleza, lujo y el confort incomparables. Tan grande fue la curiosidad, que al tiempo los huéspedes pidieron a la gerencia que eliminara la puerta franca para ellos poder disfrutar de las instalaciones.

Hoy es un viejo de luengas y mohosas barbas que, herido de muerte por el abandono, agoniza frente a su eterno compañero: el mar. Pedimos por tanto con justicia que sea rescatado para conservarlo como monumento y símbolo de la evolución histórica, social y económica de esta querida tierra varguensa.


 Nuevo Diario del día viernes 16 de marzo de 1928
imagenes aportadas por el Lic. Abilio Rangel






HOTEL MIRAMAR 1928
Imagen de FUNDAMEMORIA


 Nuevo Diario del día viernes 16 de marzo de 1928
imagenes aportadas por el Lic. Abilio Rangel

 Nuevo Diario del día viernes 16 de marzo de 1928
imagenes aportadas por el Lic. Abilio Rangel


Fuente: Luis Oscar Martínez .Columnista
El Universal 1999
Tomado de El Universal on line. Caracas en retrospectiva
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miércoles, 11 de agosto de 2010

Ciudad, espacio público y cultura urbana

Claves para comprender el fenómeno urbano desde una perspectiva actual.

Tal como lo explica Hernández en su nota introductoria al volumen, la Cátedra fue inaugurada en 1993 con la finalidad de que “profesionales de distintas nacionalidades y formación –científicos sociales, artistas, arquitectos, urbanistas y autoridades de gobiernos locales- compartieran sus reflexiones sobre las ciudades y, en general, sobre temas de cultura urbana, haciéndolo desde los más diversos enfoques y perspectivas disciplinarias”. Durante sus primeros años, la Cátedra estuvo tutelada por Fundarte y, después de casi una década de pausa, las actividades fueron retomadas bajo el auspicio de la Fundación para la Cultura Urbana en 2003. Desde esta fecha hasta hoy, se han realizado 38 ediciones de la Cátedra, consolidándose como un programa multidisciplinario de encuentro periódico, gratuito, abierto a todo tipo de público, que abrió espacios de reflexión sobre la ciudad y lo urbano, así como de investigación, formación, pensamiento, y creación sobre el mismo tema.


Organizado en tres bloques; uno titulado Ciudad, cultura y arquitectura otro dedicado a Caracas, y; un tercero a Ciudad México, el libro reúne un conjunto de textos que tienen en común lo que Hernández denomina la “comprensión cultural de la ciudad y lo urbano”. Lecturas semiológicas y lingüísticas, interpretación de las ciudades desde el punto de vista de la historia de las mentalidades, reflexiones antropologícas y etnográficas, análisis hechos desde el campo de la sicología social y los imaginarios colectivos, enfoques literarios y estéticos, indagaciones urbanísticas y arquitectónicas, reflexiones filosóficas y éticas, se reúnen a manera de un rompecabezas que es necesario armar transdisciplinariamente para alcanza una interpretación de la ciudad y lo urbano no sesgada por la miradas disciplinares no por los enfoques unidemensionales.

El libro recoge conferencias dictadas por académicos, investigadores, escritores y especialistas, nacionales y extranjeros, como Juan Nuño, Jesús Martín-Barbero, Umberto Eco, César Aira, Rocco Mangieri, Armando Silva Téllez, Julio Ortega, Aíbal Sepúlveda, Ramón Paolini, Adriano González León, Arturo Almandoz, Marco Negrón, Pedro José García Sánchez, William Niño Araque, Silverio González Téllez, Manuel Bermúdez, Mireya Lozada, Tomás Straka, Teresa Ontiveros, Samuel Hurtado Salazar, Néstor García Canclini, Juan Villoro y Adolfo Castañón.

Tulio Hernández es sociólogo especializado en temas de cultura y comunicación, ensayista, gerente cultural, editor y columnista de prensa. Es director-fundador desde 1993 de la Cátedra permanente de Imágenes urbanas. Ha sido investigador en el Instituto de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad Central de Venezuela y profesor en esta casa de estudios así como en la UCAB, UNIMET y UNET. Ha trabajado como profesor invitado en la universidades de Barcelona y Girona (España).

Extraordinario Diseño de portada

Francisco Pimentel “Job Pim”, “Esquinas viejas y nuevas” .

“Esquinas viejas y nuevas” .


Propios y extraños
censuraban hasta hace pocos años
nuestra nomenclatura callejera,
es decir, la manera
con que aquí se designan las esquinas,
pues son designaciones poco finas:
Pela el Ojo, Aguacate, Lazarinos,
Quitacalzón, Pagüita, Capuchinos,
Traposos, Albañales,
y otras que hasta parecen inmorales.


No dejaba de haber cierta razón
en esa afirmación;
pero al menos tenía
una ventaja: ya por la tradición
toda la gente aquí se la sabía.

Y además ¡cada nombre tan distinto!
si a uno le indican: de Miseria a Pinto,
en dos días la calle,
pero no la confunde el más idiota
con otra de Punceres a Pelota,
Viento a Curamichate,
o bien, San Francisquito al Aguacate.

En cambio, vaya usted a un barrio nuevo
de los que a diario en nuestra villa crecen
y cuyas calles todas se parecen
como un huevo a otro huevo
y ya verá que la nomenclatura
será muy meritoria
por que fundada está en la patria histórica,
p ero resulta en este caso oscura,
no responde a su fin,
pues cualquiera, sin ser lerdo no bobo,
a Bombona confunde con Junín,
o bien Boyacá con Carabobo;
y entre Arismendi, Brión, Piar y Rondón,
no es muy difícil que haya confusión,
y a poco que la historia no recuerde,
el viandante se pierde.


Y así, aunque haya gente que se hincha
por residir de Boyacá a Pichincha,
por mi parte prefiero,
cuando me dan alguna dirección,
que sea de Concordia a Zapatero,
o de Cují a Marrón.

Nombre de Esquinas de Caracas.

Miraflores



              Cuentos e historias
                










En Venezuela ha sido una costumbre denominar las colinas que dominan un poblado, como calvario y con el nombre de Amargura se designó la calle, también llamada Via crucis, a la vía que conduce a lo que hoy conocemos como el Calvario. En este lugar -según Vicente Lecuna- vivió los últimos años de su vida y quizás murió, hacia 1830, la Negra Hipólita, quien amamantó al Libertador, y luego pensionada por el mismo desde 1823 con 30 pesos mensuales.

Miraflores

En el plano de 1875 aparece esta esquina con el nombre de los Monos, lugar donde existió la posesión La Trilla que adquirió el presidente Joaquín Crespo para edificar allí su residencia. El nombre se debe al señor Santiago Correa, nativo de Guarenas que tenía cerca de esa zona una bodega. Un día cuando Crespo visitaba las obras, un arquitecto que le acompañaba le propuso sembrar una ladera de rosas, en uno de los extremos y el bodeguero, que iba en el grupo le puso a su local Miraflores. A Crespo le gustó el nombre de la bodega y lo adoptó para su morada. Se dice que Crespo llegó a hipotecar algunas de sus propiedades de Caño Amarillo para continuar la obra y un buen día mandó a quemar las cuentas.

Quitacalzón

Esta esquina de la parroquia San José, estuvo azotada a fines del siglo pasado por unos bandoleros de apellido Francisco, que despojaban a los transeúntes de sus pantalones, luego de robarlos. Los bandidos fueron eliminados por unos "guapos" de barrio de apellido Alvarez, hijos de la señora Narcisa.


Fuente : La Nomenclatura Caraqueña. Rafael Valey. 1978

Caraqueñólogos

Todo el trabajo que se llevó a cabo durante 5 años, se hizo con una inversión de 10 millones de bolívares, lo cual permitió colocar todas las placas y realizar una vez al año su mantenimiento.

Fue el programa más barato, destaca López Acosta, quien recuerda que se hizo una licitación que ganó una empresa ya desaparecida del grupo Corimón, Sevial, presidida por Leonid Rozenthal.

Explica que fue un trabajo sencillo, pero de hormiguita. Un ingeniero, tres asistentes y un arquitecto, pero antes de hacerlas y colocarlas había que identificar el nombre correcto, para lo cual se creó una comisión de caraqueñólogos, presidida por López Acosta e integrada por: José Schaell (cronista de Caracas en esa época), Carlos Eduardo Misle (Caremis), Aura Marina Alvarez (ex directora de Catastro del Distrito Federal), Aníbal Nazoa y Rafael Valery Salvatierra. Más tarde para el Distrito Sucre se incorporó Orlando Tovar Tamayo, para ese entonces Contralor Municipal del mismo. El proyecto estuvo a cargo de la ingeniero Marta González de Albuquerque y la arquitecto Gladys Rincones de Quintana.

Fuimos estudiando y revisando cada nombre y después de aprobada por la comisión se mandaba a elaborar la placa. Dice que algunos nombres eran fáciles pero se daban casos confusos.

Refiere anécdotas como los problemas que tuvieron cuando fueron a colocar la señalización en una calle de Maripérez y los vecinos se opusieron y hasta protestaron porque a ellos les parecía más distinguido vivir en la urbanización Los Caobos. Terminamos poniéndole Maripérez porque era de Maripérez.

También las dificultades que enfrentaron para colocar una placa en una iglesia de Chacao porque el cura se oponía, hasta que se pegó la que iba en el Palacio Arzobispal, con la satisfacción del arzobispo y el cambio de decisión del sacerdote.

En otra ocasión se instaló una placa con los apellidos invertidos del escritor Díaz Sánchez y tras la furiosa protesta de una señora se mandó a quitar hasta que se hizo de manera correcta.

Explica que antes de hacerlas, debía irse al lugar y evaluar el material de cada edificio porque en una esquina son 8 puntos. Había un edifico de ladrillo, de vidrio, una pared de cartón, una plaza, y se tenía que examinar para ver cómo se iba a hacer.

Comenzaron fabricándolas en hierro y después en aluminio. Empezaron colocándolas con un martillo que dispara clavos y más tarde, después que robaron algunas placas, se les comenzó a colocar además de los clavos, pega Hércules, para dificultar y evitar que las despegaran.

También enfrentaron la oposición de gente que insistía en que las placas debían ir en postes y no pegadas a la pared. López Acosta señala que como con otras cosas, la gente tiene como referencia los Estados Unidos y no por ejemplo ciudades europeas como Madrid, París, Roma, que tienen sus placas, con los nombres de las calles, pegadas en las paredes.

Para demostrar que estaban en lo cierto, colocaron varias placas en postes y a los tres meses no quedaba ni una, "porque en esta ciudad ese tipo de señalización no sirve".



Adiós a la cuadrícula


Durante buen tiempo, cuando algún venezolano viajaba al exterior, una de las preguntas que se le hacía, según palabras del ex presidente del CSB, tenía que ver con la señalización porque a uno le preguntaban si era cierto que Caracas era una ciudad sin nombres, sin ninguna identificación.
Tenía que ver esta inquietud con la falta de placas y señales pues las que habían para fines de los años setenta eran sólo las de Arístides Rojas, "que fue un proyecto inteligente, pero servía para una ciudad cuadriculada, como era la del siglo pasado".

"Usted tenía un eje de coordenadas, a partir de la esquina de la Torre a Catedral, y las calles paralelas hacia el norte, designadas como este 1, este 3, este 5, y hacia el sur, como este 2, este 4, este 6, que se mantiene hasta la actualidad", explica López Acosta..
Pero más alla del centro de la ciudad la cuadrícula no funciona. Eso, como asegura, se ajusta hasta San Bernardino.

A medida que fue creciendo la ciudad los urbanizadores fueron colocando las placas como a ellos les parecía, sin que se tuvieran criterios uniformes como debe ser lo correcto.

Considera que al menos debería hacerse un mantenimiento anual a las que quedan y colocar las que hacen falta.
Intentar un cambio de nomenclatura sería a su juicio terrible pues como afirma "las ciudades son como la gente, los nombres de las ciudades son como los nombres de las personas, una vez que ha pasado una serie de años, los nombres no deben cambiar".

Expone entre otros ejemplos, la avenida principal de Maripérez, conocida con este nombre y no por el de avenida Augusto César Sandino".

Se muestra contrario además a la señalización que una vez se le propuso estando trabajando en la Alcaldía de Chacao, para recibir gratis las placas pero en carteles con avisos publicitarios. "Es algo que ningún municipio debe permitir".

Para López Acosta, el hecho de asignarle nombres a las esquinas es una exclusividad de esta ciudad, "una cosa típica caraqueña. Yo nací de Puerto a Peláez y viví durante muchos años de San Martín a San Roque, eso es una dirección".

La gente puede desorientarse hoy en día, si no conoce el casco central o el oeste de la ciudad, pero no por la variedad de nombres de las esquinas o calles, sino porque no se les da la información suficiente, deja ver el especialista.

"Ciudades con carreras, organizadas por avenidas con números, porque están dispuestas en cuadrículas, no son por eso más organizadas. Nuestra ciudad se desarrolló de otra forma, con nombres, pero no es por eso inferior a Madrid, Roma o París".

Rafael Valery, un estudioso del tema, sostiene que Caracas es relativista a su manera y tiene un sistema propio para guiarse dentro de la ciudad. "Huye de las grandes líneas y se aferra con terquedad a los puntos. Una esquina es en la geometría caraqueña un punto fijo, la otra esquina es un segundo punto fijoy refiriéndose a ellos, por ellos queda determinada la cuadra que los une. Y es tan imperiosa esta lógica caraqueña, que nombran primero la esquina más céntrica y en segundo término la más distante".


Fuente: La Nomenclatura Caraqueña 1978 /
Plano de Caracas 1884
 Mirna Mendoza / El Universal 1997.

El ingenio colectivo bautizó al casco central



Leyendas, héroes, árboles, y hasta quebradas dieron nombres a las esquinas de la ciudad.


El que se ha internado en calles empedradas llenas de historia y esquinas identificadas con nombres y apellidos, puede percibir la extraordinaria sensación que brinda una nomenclatura nacida con la ciudad, una exclusividad impuesta siglos atrás, en un cuadrilátero que arrancó de la Plaza Mayor .

La última vez que en Caracas se desarrolló un programa de señalización fue a comienzos de la década de los ochenta, cuando el Centro Simón Bolívar (CSB) emprendió una laboriosa tarea para recuperar y completar el proyecto que había elaborado y ejecutado Arístides Rojas un siglo atrás.
Hasta esa época y casi durante 40 años, las iniciativas para identificar avenidas, calles y esquinas, no pasaron de discusiones e intentos en los que se llegó a proponer una nueva nomenclatura.

Por suerte, como dice Antonio López Acosta, responsable del proyecto de señalización realizado en los años que estuvo al frente de la presidencia del CSB, entre 1979 y 1984, no se concretó la modificación de los nombres sino que se dejó lo que existía, colocando en toda la ciudad, incluso hasta en Vargas, Los Teques y San Antonio, las placas blancas que se mantienen hasta hoy.
A no ser por las que han sido arrancadas de las paredes, al parecer por gente que las lleva como souvenir, son la última referencia de un trabajo que nadie asume y cuya responsabilidad corresponde sobre todo a la municipalidad.
De hecho, como recuerda Antonio López Acosta, sólo el Concejo Municipal es el órgano competente para cambiar o decidir la nomenclatura. El CSB se encargó de señalizar esa nomenclatura hasta el año 1984, cuando dejó la presidencia del organismo y cuando se eliminó el departamento de señalización.

Fuente : Tomado de: La nomenclatura caraqueña, Rafael Valery S. Ernesto Armitano Editor, 1978
Mirna Mendoza / El Universal



1978


lunes, 9 de agosto de 2010

Sumario de un crimen

"Siempre he soñado con escribir una novela en la cual yo no tenga que escribir nada".
Federico Vegas calcula que su próxima novela iría sobre un supuesto psiquiatra que trató al pintor Armando Reverón

Nadie sabe si en noviembre de este año habrá actos conmemorativos por los 60 años de la muerte de Carlos Delgado Chalbaud. Lo que sí es cierto es que, sin proponérselo, dos escritores han puesto en la palestra, o mejor, en las librerías, dos obras acerca del malogrado presidente: Julia o el fatum de los Delgado Chalbaud, de Román Rojas Cabot y, más recientemente, Sumario (Alfaguara), de Federico Vegas.

"Me parece bien que haya otro libro con este tema, porque Delgado Chalbaud es un personaje poco explorado cuyo asesinato pasó bajo la mesa, y tan cruel como su muerte es la indiferencia. Creo mucho que los libros se ayudan, y espero que sea mutuo".


El de Federico Vegas es un librazo de casi 800 páginas, que, como su título sugiere, contiene el sumario de los hechos ocurridos en torno al asesinato de Delgado Chalbaud. "Ese sumario lo conseguí cuando yo era jovencito, incluso mucho antes de pensar en escribir", confiesa el autor de Falke, y agrega que se trata de uno de esos hallazgos de vida que te hace exclamar: '¡Guao, me gustaría hacer una novela con todo esto!', pero que inevitablemente se va perdiendo con el azar de los años".

Exposición de culpas
Fue el propio Marcos Pérez Jiménez quien ordenó publicar el sumario del caso. Y dice Federico Vegas que lo hizo para demostrar que él mismo no era culpable de los hechos.
Una verdadera paradoja, insiste el novelista caraqueño, porque lo que se intentó fue tratar de ocultar, con un exceso de información, esto es, en un mar de información, las pruebas de culpabilidad.

"Eso es algo típico del poder, que tiene esa capacidad de arrollarte. Y el gobierno publicó el libro y luego lo recogió", comenta Vegas, quien apunta además que se trata de un libro que no es difícil de conseguir, pero sí de leer debido a "la letra chiquitica", a "que tiene el lenguaje típico de los juzgados", y a que "con los años se ha hecho más amarillento".
Es con ese legajo en las manos, que Federico Vegas decide convertirse en el autor de una novela que se construirá a partir del sumario. Lo mismo hace el personaje Francisco José Rueda, secretario del juzgado. Ambos tienen una joven ayudante femenina. A Rueda lo ayuda su hija, Emiliana, quien se ocupa de transcribir el libro a un lenguaje más comprensible. Y Vegas señala que en la vida real fue Ileana Flores, estudiante de Letras, quien lo ayudó a depurar el sumario.
"Escogimos las declaraciones importantes y ella las transcribió. Mi trabajo fue ir limpiando. Fue divino. Era como corregir. Y de repente allí había una novela. Con sólo hilvanar, ya estaba la historia. Y el elemento que permitió hilvanar fue la ficción. Yo siempre he soñado con escribir una novela en la cual no tenga que escribir nada, es decir, que todo esté allí, y sólo tenga que hilar. En el fondo así son las novelas. Prácticamente es muy poco lo que inventas, porque todo lo que haces es hilar recuerdos", explica Vegas, quien cree que Sumario se editó acaso en un mal momento, por aquello del Mundial de Fútbol Suráfrica 2010, por el comienzo de las vacaciones, y la crisis del país.
La del secretario no es la única voz que se escucha. También suenan las voces de Bacalao Lara, edecán de Delgado Chalbaud; de Marisabel Urbina, esposa de Rafael Simón, el supuesto autor intelectual del crimen; y la viuda del presidente, Lucía, "una mujer muy culta", por cierto, muy amiga del arquitecto Le Corbousier, a quien ella le pide que diseñe el monumento mortuorio de Delgado Chalbaud en el Cementerio General del Sur.
"Y él accede, pero la junta militar se opone. Al final Le Corbousier destruye la maqueta y no se lleva a cabo el monumento El muro y la pirámide. Una muestra más del sino de Delgado Chalbaud, y quizás uno de los proyectos más lindos de Le Corbousier, único, porque era mortuorio", cuenta Vegas, quien adelanta que ese capítulo es "divertido" porque mezcla "suspenso y locura".

Como un reportaje
Sumario, por ese carácter tan real que le aporta el documento, tiende a parecer un reportaje, una crónica periodística. Y Vegas recuerda que los únicos personajes ficticios son el juez, el fiscal, el secretario, la familia del secretario y un periodista. "De resto todos existen. Entonces para mí el arte de novelar era interconectar esos dos mundos, y la novela voló", dice el escritor, quien explica que las novelas simplemente se le aparecen.

"Stephen King, a quien he leído poco, tiene un libro que se llama Mientras escribo, en el que comparte lecciones claves para escribir. Una de las más bellas es que lo peor para una novela es la trama, porque si el escritor ya la tiene antes de sentarse a escribir es como cuando un arqueólogo intentapredecir cómo es la pieza que está bajo tierra antes de excavar y entonces decide usar un tractor, cuando lo mejor es usar una escobilla".


Fuente: Ana María Hernández G.
El Universal
Imagen: Archivo personal.

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domingo, 8 de agosto de 2010

Reverenciar al Guaire


Reverenciar al Guaire
ROSA ELENA PÉREZ MENDOZA

Tomada de ViejaS fotos actuales
1914
El Guaire
Los cronistas halagaron su belleza cristalina y melodiosa diciendo, como Oviedo y Baños, que era un “hermoso río” que dividía el valle “de Poniente a Oriente, lo atraviesa con sus corrientes, y fecunda con sus aguas”. Mientras Humboldt lo refirió como “risueño valle del Guaire”, más tarde Aquiles Nazoa contaba en una de sus crónicas: “En las orillas del Guaire surgieron los primeros cultivos, las primeras vaquerías, los primeros frutos de trasplante, los primeros trapiches, las primeras curtiembres, las primeras tejas, las primeras maderas de construir y el primero de los caminos reales”.

La literatura se ha encargado de exaltarlo con todo y podredumbre, ha tejido singulares imágenes que engalanan su fealdad y descuido, devolviéndolo envuelto en desgarrado manto de reconocimiento y ternura. Miguel Otero Silva lo tilda de “hilillo pastoso”, “fantasma cochambroso”, “linfa nauseabunda” y “cañada de pantano y excrementos” en su novela Cuando quiero llorar no lloro. Durante los años 80, el Grupo Guaire habló de él como “una miel negra”. William Osuna, su fan mayor, lo humaniza dejando ver su cualidad rebelde al decir en su poema más conocido, “Epopeya del Guaire”: “El río Guaire tiene malos modales, cuando va / en los autobuses nunca le cede el puesto / a las parturientas, se sienta primero que las /damas, / en los entierros grita más alto que / las viudas, dice impertinencias del muerto, cuentos de / los otros ríos”. José Javier Sánchez da cuenta del marginal fasto que lo acompaña en “Tributo al Guaire”: “Condes y virreyes reinan sus márgenes / entre latas, pipas, locura y hambre”
Los gobiernos, por su parte, lo embaúlan, lo convierten en gran cloaca, lo olvidan, lo rescatan a medias y persisten en la promesa que todos anhelamos sea real en un futuro no tan distante.

Sus merodeadores actuales podrían contar historias sórdidas de nuestra ciudad, los de época primigenia (los tarmas, los mariches, los arbacos) se bañaron en él, calmaron su sed, regaron con él sus siembras, le dieron su nombre indígena. Más tarde, en tiempos poco remotos, los habitantes de Caracas pasearon por sus riberas, lavaron ropas en él, enamoraron muchachas y también, en las proximidades resguardadas por la vegetación tupida y bajo la sombra de mangos, chaguaramos y jabillos, se ejercitaron en los vericuetos del amor y el sexo.

Todo esto y más se ha dicho y hecho en torno a nuestro Guaire. En sus adyacencias, se posan las miradas altivas desde altivos edificios, se arremolina el hedor entre ventanas desportilladas de ranchos, se proclaman proyectos que nos urge se concreten. Ojalá.

sábado, 7 de agosto de 2010

Pocas edificaciones reflejan la historia de Caracas

Caracas, Japón es un país que cabría tres veces en la superficie de Venezuela. En los 2.000 kilómetros cuadrados de Tokio se levantan modernas estructuras, entre milenarios templos y estrechas calles, varias sin aceras. A gran distancia, el contrastante valle de la capital venezolana despliega aún amplias áreas verdes y múltiples formas de vida en el palpitar urbano de cada uno de sus metros cuadrados. Sin embargo, según el criterio del especialista japonés en diseño y estudios paisajísticos, Akira Kuryu, todavía es necesario desentrañar el “alma” de la ciudad

SILVIA LIDIA GONZÁLEZ

Los ojos del arquitecto Akira Kuryu son, sin duda, diferentes.

Más allá de sus rasgos naturales, en el fondo de su percepción vive un mundo de formas y texturas, de construcciones y espacios ligados inevitablemente a cada rincón del planeta, por un concepto interior:
el alma. El representante de la arquitectura japonesa contemporánea pisó por primera vez suelo venezolano, justo el día en que parte del espíritu de Caracas, en la autopista del Este, se venía abajo.

Del aeropuerto de Maiquetía a la sede de la Universidad Central, donde participó en la Semana Cultural de Japón y dictó una conferencia y un taller, el maestro Kuryu reparó en los cerros, las casas de ladrillo, los saturados bloques, las avenidas, los espacios verdes, el Ávila, e inevitablemente llegó hasta el sitio, objeto de una polémica, donde está ubicada la estatua de María Lionza, cuyo torso se fracturó, dejando a la mítica deidad venezolana casi recostada sobre su sagrado tapir.

Sin pretenderlo, la escultura de Alejandro Colina se convertiría en uno de los elementos centrales en las discusiones y talleres que el invitado sostuvo con estudiantes y profesionales en arquitectura de este país. En la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, Kuryu dictó el 7 de junio la conferencia Memoria, ambiente y arquitectura, y motivó el taller Tokio–Caracas.

El principal ejercicio del nipón y sus 30 acompañantes (estudiantes avanzados y profesores de arquitectura) fue recorrer algunos espacios de la capital venezolana.

En el periplo no eludió el tráfico del mediodía, las lluvias vespertinas, el olor a fritanga, la degustación de arepas de reina pepiada y de cachapas con queso, la chicha de arroz, todos esos elementos que ayudan a comprender cómo fluye por sus arterias de barro, teja y concreto, la vida de Caracas.

De ahí, Kuryu comenzó a presentir la intensidad del alma de esta capital, y abrió a los mismos colegas venezolanos la posibilidad de explorar esa vida interior de la gran urbe. Uno de sus ejercicios fue sentarse en la explanada de la Plaza de los Museos y examinar el espacio, atravesado aún por un pedestal que esperaba a la diosa de las montañas de Sorte, imponentemente expuesta por décadas en la Autopista Francisco Fajardo. La plataforma sobre la que autoridades de la Alcaldía Libertador pretendían colocar la escultura de Maria Lionza, retó a la imaginación y proyecciones de los participantes en el taller.

En las propuestas se consideraron los accesos por el parque Los Caobos, la avenida Libertador, la cercanía con el teatro Teresa Carreño, la tradicional celebración de algunos festivales artísticos, el circuito de arte integrado al conjunto de edificios fruto del talento de Carlos Raúl Villanueva, en esos metros cuadrados.

Finalmente, sólo tres proposiciones consideraron que María Lionza debía ser elemento central.

La mayoría coincidió en que había que retirar el pedestal, no pretender apostar ninguna escultura allí, y mantener el espacio vacío para resaltar la fachada de las edificaciones, dejarlos en comunicación, según comentó el mismo Kuryu.

El arquitecto japonés entendió los razonamientos de sus condiscípulos venezolanos, no sólo por el valor urbanístico y ambiental de la Plaza de los Museos, sino por el significado espiritual del objeto que se proyectaba trasladar. Aún los arquitectos japoneses más vanguardistas conservan, en la simbiosis de sus autóctonas creencias repartidas entre el sintoísmo y el budismo, el respeto a la idea de que el omikoshi puede ser un altar que saque a pasear a las divinidades, pero siempre regresarán a su sitio –expresa– porque “el lugar de los dioses es sagrado”.

Las caras de la urbe

La coordinadora docente de postgrados del Instituto de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UCV, Noaín Ginzo, fungió como intérprete y coordinadora del recorrido que el arquitecto y paisajista japonés hizo por la metrópoli venezolana.

El punto de origen fue precisamente la Ciudad Universitaria, reconocida como patrimonio de la humanidad. Los participantes en el taller se trasladaron a lo alto de la torre oeste del Parque Central, que fue el mirador principal para la apreciación del área urbana de Caracas.

De la vista aérea siguió la caminata por la avenida Bolívar, hasta llegar al complejo donde está situado el Teatro Teresa Carreño, donde además de visitar la Sala Ríos Reyna, apreciaron la obra cinética de los Cuadros Vibrantes, de Jesús Soto, y la arquitectura de los edificios que integran el emblemático sector.

La travesía por el Ateneo llevó a los arquitectos a la Plaza de los Museos. Entraron a la Galería de Arte Nacional y al Museo de Bellas Artes, y permanecieron en la contemplación de la explanada.

El recorrido continuó por Maripérez, la Cota Mil y Petare. Desde el Centro Comercial Éxito tuvieron una vista de la parte norte del saturado sector residencial y volvieron por la Cota Mil hasta La Castellana, donde apreciaron el Centro Comercial San Ignacio.

Posteriormente cruzaron el mercado de Chacao, las calles del municipio y su plaza Bolívar, entre el ambiente comercial y viejos edificios. El itinerario terminó en la plaza Francia, de Altamira.

Akira Kuryu quedó gratamente impresionado con la estructura urbana de Caracas y el abundante verdor. Entendió la importancia del Ávila, no sólo por sus características ecológicas, sino como telón de fondo y obligado punto de referencia, como el norte de la gran urbe.

No en vano, observó que la capital tiene pocos edificios que rememoren la historia de la que fuera la ciudad de los techos rojos.

En su recorrido por la capital venezolana, el arquitecto contempló –como él mismo lo expresó– “varias Caracas”. Primero la Ciudad Universitaria, con un alma propia, el alma máter del conocimiento nacional. Luego, el complejo cultural construido por el Estado; la dinámica de los centros comerciales y, finalmente, uno de los sectores que más le llamó la atención: Chacao, que en su percepción tiene un área urbana y un comportamiento distinto.

“Chacao, con el perfil que la han dado los inmigrantes europeos, los españoles y portugueses que habitan edificaciones modestas, de cuatro o cinco pisos, con viviendas arriba y comercios abajo, le pareció un espacio que también se mueve con su propio espíritu urbano”, comentó la arquitecta Ginzo, discípula del académico.

Con alguna reminiscencia de las estrechas calles que conducen a las Ramblas, en Barcelona, Kuryu apreció esa dinámica de pequeña ciudad con ambulatorio, plazas, espacios para niños y ancianos, y en esa cotidiana dinámica de vida peatonal, antigua y comercial, palpó de otra manera algo más del alma caraqueña.


El alma del luga

Aunque es una palabra poco común dentro del rico vocabulario japonés, los arquitectos del milenario Imperio del Sol Naciente comprenden cabalmente la combinación de dos ideogramas:

el que representa al suelo o lugar (chi), y el que significa alma (rei).

La fusión en la palabra chirei, se convierte para ellos en un precepto universal de la arquitectura: “el alma del lugar”.

Según Kuryu, para quienes practican los principios chinos del Feng Shui, construir entre el agua y el viento de las montañas, de alguna manera es una propuesta para armonizar con la naturaleza y el alma de un lugar”.

Más allá de sus recorridos por naciones asiáticas como China, Taiwan, Nepal e India, el arquitecto permaneció un año en países europeos, y ha conocido en América Latina variados paisajes de México, por lo que sostiene que en el mundo entero la arquitectura ha buscado el entendimiento con cada suelo sobre el que se alza.

En su criterio, los antiguos indígenas mexicanos encontraron algo más que un espacio abierto para sus construcciones: “las Pirámides del Sol y de la Luna, están ahí porque ese mismo suelo llamó a los habitantes de la época, había un acercamiento, más que físico, espiritual”, comenta el arquitecto.

La asombrosa precisión técnica y científica de las pirámides que se asocian al tiempo, las cosechas y al movimiento de los astros, se combina, en los casos de las antiguas civilizaciones, con profundas creencias religiosas y espirituales.

“Ahí está ese concepto: el chirei que llevó a los antiguos pobladores a comprender y respetar esos lugares, que han sido centros sagrados”, explica.

Akira Kuryu es profesor de arquitectura y paisajística en la Universidad de Chiba y mantiene siempre ante sus alumnos una lección básica: considerar el entorno antes de empezar a construir.

“Es necesario entender el propósito de la obra, detenerse a contemplar con calma los alrededores y razonar que los proyectos a construir cobrarán un significado en su conjunto, no de manera aislada”, expresa el académico.
Otro elemento importante que el paisajista sugiere es conectar la historia con el objeto, reconocer lo que existe y su valor en la memoria de un pueblo: “El patrón de modernizar cambiando edificios antiguos por nuevos, no siempre es acertado. Si se derrumba un edificio, se puede estar derrumbando un capítulo de la historia de un lugar”, sentencia.

En opinión del maestro, lo mismo sucede con esculturas, escenarios naturales y otros ambientes, que retan a los arquitectos a un profundo conocimiento de su significado para la sociedad donde se encuentran. “Hay que entender –dice– que la arquitectura no es del que paga por una obra, sino de la sociedad, de todo el que camina frente a ella y la contempla”.

El Nacional  04 de julio de 2004.
Obra de Alejandro Colina
actualmente resguardada en la UCV