viernes, 23 de diciembre de 2016

Patines de Diciembre


¿Tú vas a las misas de aguinaldo?

-Pues claro, chica. Aunque Antonio se ponga bravo conmigo. Tú sabes como son los hombres pero lo que soy yo no me voy a  perder ni una.
-No hombre, chica, esas son tonterías. Vamos, que nosotras te pasamos buscando.
Ir a las misas de aguinaldo en Caracas no significa, necesariamente acudir a la iglesia próxima a cumplir devotamente con el precepto cristiano, entre música de alegres aguinaldos y vaharadas de incienso. No. En esa peculiar jerga usada por la juventud caraqueña, "ir a las misas de aguinaldo" entraña una nueva modalidad deportiva.
Cuál es la del patín.

La consabida frase viene a resultar prima hermana de aquella otra, suerte de invitación a una reunión- cita bailable, con pick-out y cocktail, las vecinitas de la cuadra y los discos del día; todo por cinco bolívares de contribución:

-Tengo una encerrona de a fuerte por cachete en San Juan. ¿Te animas?
San Juan o La Pastora. San José o Antímano. Lo mismo da una que otra parroquia. Caracas tiene una sola manera de expresarse. Eso que la gente seria llama "el buen humor de la ciudad". ¡Hágame usted el favor!

En las últimas horas de la madrugada- en el patio, los gallos la han anunciado por cuarta vez- el espejo del cuarto del baño se va coloreando de carmín presuroso.
-No hagas tanto ruido que vas a despertar a papá. Pero ya la abuela consentidora- siempre el gesto consentidor de la tierna abuelita- anda trasteando por la cocina, y el sabroso olor del café trasciende hasta la sala, donde las muchachas terminan de acicalarse.
Ya tienen puesto el sweater, para preservarse del frío caraqueño de diciembre. Aunque ya no hace falta. 
Caracas ya no es la ciudad de antaño y Pacheco se ha empleado de jardinero en el Avila, y cuida claveles y margaritas en Galipán con sus manos de niebla, con sus frías lágrimas de lluvia. 
Los viejos dicen que es porque han cortado los árboles de la ciudad. Porque ya no hay flores en los patios de la ciudad. Porque ya no quedan ventanas coloniales. Porque los grandes edificios ya no dejan ver las estrellas de diciembre, que se abrían como magnolias tiernas en el cielo azul de diciembre. 
Y la madrugada llena de alegres voces. Vienen desde Puerta de Caracas, desde Santa Rosalía. Del Nuevo Silencio. Desde la Vega. Desde San Bernardino, El Rosal o El Valle. De la casa de tejas que no ha demolido el progreso. Por las escaleras del moderno bloque de apartamentos. Sobre el plano asfalto. Por la acera de cemento. La juventud caraqueña- sonrientes muchachadas de liceos y escuelas, oficinistas rosadas y morenas- acude en tropel a las Avenidas. El ruido de los patines va alborotando la calle. A muchachos les llega hasta sus almohadas. Pasan las voces. Pasan los patinadores. No hace mucho que pasaron los carritos de los isleños. Los cascos de los caballos resonaban en la alta madrugada. Hay mucha bulla en las madrugadas de diciembre por las calles de Caracas. 

Las  avenidas de La Paz y Los Caobos son las preferidas por los patinadores. El tropel jubiloso las recorre de extremo a extremo. Casi vienen a resultar lo que las montañas de nieve para los esquiadores. Muchos romances se tejen bajo los árboles, sobre las cuatro rueda de los patines, en el ir y venir precipitado.


Los patines de diciembre han entrado a formar parte de la tradición caraqueña.
-¿Vamos a misa de aguinaldos?
-Vamos.
-Este año van a estar mejores que nunca. Lo que soy yo no me voy a perder ni una. 

El Farol 
1950

sábado, 3 de diciembre de 2016

Los Puentes de Caracas

Caracas ya lejos de otros tiempos
Por Lucila Palacios 
Los Puentes 

El Caudal de los ríos se ha empobrecido. La ciudad solo conoce al Guaire que aún mantiene viva su corriente en los días veraneros... Y que luego, en la estación de las lluvias suele crecer con tal vigor, con tal ímpetu, que amenaza a las barriadas vecinas sobre las cuales descarga un fuerte volumen de agua.
El Guaire..pero también por allí cerca, han corrido Catuche y el Caroata..

Linfas claras bajo las arcadas espesas de la vegetación, rumorosas y frescas, llenas de atracción para el paseante.
¡Acaso jóvenes parejas dirigían sus pasos en busca de un lugar solitario situado en las márgenes de cada uno de estos ríos! Y los niños llegaban también hasta sus márgenes… Iban armados con anzuelos y cañas de pescar..pues abajo, en el fondo de los pozos, en los remansos de color azul, había pececillos inquietos, de cola plateada y carne apetitosa...
Los nidos se columpiaban en la arboleda sobre el agua corriente y de vez en cuando un cazador segaba la vida de los pájaros.

Entonces, el Catuche y el Caroata alargaban también sus pasos para alcanzar la ciudad..
Crecían las aguas en uno y en otro sitio o bien se estancaban para dificultar el tráfico urbano.

Y se crearon los puentes.

-¡El Guanábano!
Allí donde crecía el árbol que daba fruto de pulpa sabrosa.




- ¡La Trinidad!
Evocación de la doctrina católica con sus tres Divinas personas en un cielo  resplandeciente



-¡San Ramón!
Iban ensanchado estos puentes el barrio de La Pastora.

Había otros tantos  en toda la zona capitalina.
Y en la ciudad que crece, son imprescindibles.
Aunque los ríos hayan bajado su nivel, ellos siguen siendo útiles.
Algunos han sido sustituidos por puentes de construcción moderna, mucho más fuertes, mucho más resistentes...
Otros han cambiado de nombre.
-¡Casacoima!
¡Arauca!

Cada uno de ellos va tomando el nombre de una acción heroica, de una acción gloriosa en la historia de Venezuela.

-¡El Puente Junín!
Y hubo un Puente Nuevo en 1885, sobre el Caroata.


Puente Junín 


   El más conocidos de todos es el del Guanábano por su trágica trayectoria: desde su barandaje, que domina el cauce, se han lanzado al abismo los que quieren morir.. Este puente ha dado, en su balance, un gran porcentaje de suicidios a la ciudad caraqueña.

Día tras día, sobre la angosta quebrada, sobre el hilo de agua que surte a Caracas, aparece tendida la arcada de hierro o de mampostería que va a establecer contacto entre las diferentes arterias de la urbe, cada vez más poblada..

Y aunque la capital cambie de aspecto, a medida que se ensanche, en ella han de perdurar los puentes mohosos, viejos de antigua raigambre, aunque a su lado ostenten toda su novedad las nuevas construcciones barnizadas y el encaje de metal de una baranda lanzada al vuelo sobre el barranco, en cuyo fondo murmura un hilo de agua...

Transcrito de la Revista Elite
1950